Cuando en este mundo del que formamos parte sucede una desgracia para las personas aparecen los perros con distinto collar para reprocharse unos a otros y alentar a sus adeptos para que se posicionen en todo lo que dicen.
Cuando las personas están abatidas requieren cercanía, y no orgullo, prepotencia ni soberbia. Cuando los dirigentes están faltos de sensibilidad ya nos están respondiendo que como sociedad nos hemos fallado.
El dolor de nuestros semejantes está ahí para saberlos mirar, atender, escuchar… de lo contrario, no estamos aprendiendo nada de nosotros mismos, porque todos y cada uno somos el mundo con todo lo que tiene de bueno y malo, y sólo hay un camino, y este pasa y se refleja dentro de nosotros mismos.